En los últimos años la empresa Walt Disney se ha caracterizado por producir cintas de no mucha calidad artística ni temática, a excepción de sus proyectos realizados junto con la empresa Pixar, sus demás cintas de animación tradicional son de una baja manufactura, sobre todo en cuanto a la historia se refiere.
Ahora bien, ojo, no estoy diciendo que todas las películas provenientes del estudio sean malas cintas, al contrario, existen joyas como “Wall-E”, “Up” y “Toy Story 3”, lo malo es que como lo mencione antes, estas proceden del estudio paralelo Pixar, que aunque es auspiciado por la Disney ya son empresas un tanto diferentes y separadas, y esa animación por computadora dista mucho de ser la típica animación con la que crecimos muchos de los que hoy pasamos los 25 años.
Y es que Disney ha convertido el arte de la animación tradicional en un burdo ejercicio mercadológico, dejando que la avaricia y la ambición guíen sus películas, en vez de dar a sus hábiles artistas la libertad para crear obras innovadoras e interesantes.
Y para colmo, estudios como Dreamworks, Fox ó recientemente Sony Animation Studios, tratan de imitar el patrón exitoso de las últimas joyas de Pixar, y aunque han logrado trabajos destacables como “Shrek”, “Kung Fu Panda” ó “Como Entrenar a tu Dragón”, siempre caen en la repetición y en la monotonía de las secuelas innecesarias ó productos hechos con una formula ya muy prefabricada.
Hace unos 20 años era imposible pensar que hubiera buenas cintas animadas que no provinieran del estudio Disney, es más, hace 20 años no se tenía ni la conciencia de que existen pequeños estudios como el Ghibli en Japón, que han dado y siguen dando joyas invaluables en el género, y que entre sus filas se encuentran verdaderos artistas y creadores de la talla de Hayao Miyazaki y Isao Takahata, quienes con la cinta “La Princesa Mononoke” pusieron en el mapa a este tipo de cintas y al estudio mismo.
Es así que, afortunadamente la animación tradicional, honesta e inteligente, sigue viva en Asia y Europa, ahí es donde encontramos las mejores muestras contemporáneas de este arte, desde joyas japonesas como El Viaje de Chihiro y El Increíble Castillo Vagabundo (también del estudio Ghibli) hasta una cinta franco-canadiense llamada: Las Trillizas de Belleville, de la cual hablare un poco más.
La cinta narra las peripecias que vive Madame Souza y el perro Bruno para rescatar a su nieto ciclista de las garras de un mafioso que lo ha secuestrado para explotar su talento en un negocio de apuestas.
Aunque la trama parece ser muy sencilla y no contiene nada espectacular, la narrativa y las situaciones mostradas si lo son, el encanto de la cinta radica en disfrutar los súbitos giros que tiene la historia, y la lógica, sobre todo la ingeniosa manera como se crean y se resuelven los problemas con los que se enfrentan los personajes.
Lo primero que destaca en la película es su estilo gráfico. Aunque combina diversas técnicas, desde trazos a lápiz y acuarela hasta animación digital y sofisticados compuestos tridimensionales, logra conservar una apariencia sencilla y amigable, que expresa mucho sin abrumarnos con detalles o malabares técnicos. Y, por supuesto, también es muy graciosa.
A pesar de contar con mínimos diálogos, la historia es perfectamente clara desde el principio. Su desarrollo, engañosamente simple, muestra auténtica creatividad e ingenio, traduciendo claramente a ideas las sencillas líneas y actitudes de los personajes. Es una de las mejores cintas animadas de los últimos tiempos, es sencilla, entrañable, muy divertida, es el claro ejemplo de que hay más vida en la animación más allá de los pasillos de la Disney.
En conclusión, ésta es una película de auténtico arte visual, en la que las imágenes trascienden su apariencia y se transforman en la esencia misma del drama y la comedia que el director francés Sylvain Chomet nos quiere transmitir.
Titulo Oiginal: Les Triplettes de Belleville
Director: Sylvain Chomet
Calificación: 10
En 2 Palabras: interesante y graciosa
TWITTER: @FdoSantoyoTello
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